
Garantizar la seguridad en las obras exige el compromiso del Estado, las empresas y los trabajadores. Incentivos, controles e innovación pueden transformar el rubro en un entorno seguro.
La construcción sigue siendo uno de los sectores más riesgosos para los trabajadores en Bolivia y el mundo. Caídas desde altura, golpes, atrapamientos con maquinaria y descargas eléctricas figuran entre los accidentes más comunes en un rubro que concentra la mayor cantidad de incidentes graves y mortales. Así lo advierte Victor Chamby, analista de Seguridad Industrial, Medio Ambiente y Salud Ocupacional, quien señala que este escenario exige mayor control y prevención.
De acuerdo con Chamby, las caídas de distinto nivel son el principal riesgo y la causa más frecuente de muertes en obra, sobre todo cuando no se emplean arneses, barandas u otras medidas de protección en andamios, escaleras y tejados. A ello se suman los tropiezos en superficie plana por falta de orden y limpieza, la manipulación insegura de herramientas y equipos, así como las instalaciones eléctricas improvisadas que exponen a los obreros a electrocuciones.
El impacto global de esta problemática queda reflejado en datos recientes de la Unión Europea. En 2022, el sector de la construcción registró la mayor incidencia de accidentes graves, con 2.961 por cada 100.000 trabajadores, y concentró el 22,9% de las muertes laborales, superando a los sectores de transporte (15,6%) y manufactura (15,2%).
Un informe del Instituto Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo (INSHT) de España añade que el 80% de los accidentes en construcción se deben a fallas en la organización, planificación y control, mientras que solo el 20% responde a errores de ejecución. Factores como la alta participación de pequeñas empresas, la corta duración de las obras, la elevada rotación de mano de obra y la diversidad de oficios, alimentan los índices de accidentalidad.
En Bolivia, el panorama no es menos preocupante. Si bien el Ministerio de Trabajo publica cifras periódicas, estas no discriminan por sectores. Entre 2020 y 2023 se registraron 37.347 accidentes laborales, con una curva ascendente que pasó de 4.887 en 2020 a 12.869 en 2023.
PLANIFICACIÓN EN CADA ETAPA
En la construcción, la seguridad y salud en el trabajo no son un complemento, sino un pilar fundamental para garantizar la integridad de los trabajadores en todas las etapas de un proyecto. Desde la concepción y la ingeniería conceptual, pasando por la contratación y la compra de materiales, hasta la ejecución y puesta en operación, cada fase está expuesta a múltiples riesgos que deben ser anticipados y gestionados. Por ello, Chamby advierte que la seguridad debe planificarse como parte inherente del ciclo de vida de la obra, incorporando desde análisis preliminares de riesgos hasta planes específicos de prevención y control.
CÓMO IMPULSAR UNA MEJOR GESTIÓN DE SEGURIDAD
Para Chamby, la gestión eficaz de la seguridad y salud en el trabajo (SST) en el sector de la construcción implica el involucramiento y participación de tres actores principales: el gobierno, el empleador y el trabajador. El rol que cumple cada uno de ellos es fundamental para la prevención de accidentes en la construcción.
El gobierno, mediante la Dirección General de Trabajo Higiene y Seguridad Ocupacional, juega un rol muy importante a través de las inspecciones periódicas en los proyectos u obras en ejecución de acuerdo con las facultades que le otorga el Decreto Ley 16998, el Reglamento de la Ley N° 545 de Seguridad en la Construcción y las 15 Normas Técnicas de Seguridad que regulan el rubro de la construcción.
El empleador, mediante la asignación de los recursos necesarios para el proyecto, incorporación de profesionales técnicos con las competencias para desarrollar una Gestión de SST, bajo criterios técnicos alineados al cumplimiento del marco legal.
Los trabajadores, mediante el cumplimiento de los procedimientos de trabajo y las buenas prácticas de seguridad establecidos por el empleador, haciendo uso, cuidando y manteniendo los equipos de protección colectiva y equipos de protección personal y por último, mediante la participación activa en la gestión de SST a través de los Comités Mixtos.
De igual manera, Chamby menciona experiencias exitosas de incentivos económicos implementados por países de la Unión Europea que podrían emularse en el país para mejorar la gestión de seguridad y salud en el trabajo, por ejemplo:
• Subvención económica, que están dirigidos a reducir la accidentalidad en el trabajo, como para la adquisición de equipos de protección colectiva, adquisición de equipos para zonas con atmósferas peligrosas, compra de maquinaria nueva, otros.
• Beneficios fiscales, orientados a una reducción de impuestos para aquellas empresas que demuestran buen desempeño en seguridad y salud en el trabajo (SST).
• Fondo compensatorio, ofrece un monto de dinero que la empresa invierta en SST, el gobierno otorga la devolución similar.
• Seguros de compensación, estableciendo incentivos, reduciendo las primas a aquellas empresas que demuestren mejores desempeños en SST.
No obstante, advierte que estas iniciativas deben partir de la voluntad del gobierno a través de la implementación de un incentivo atractivo para motivar a los empresarios a participar.