Recibió el Premio a la Trayectoria en la Bienal Internacional de Arquitectura de Santa Cruz, organizada por el Colegio de Arquitectos de la capital cruceña.
Rolando Aparicio Otero es un convencido de que la arquitectura está emparentada con la belleza, con la función y con la técnica, pero también de que tiene que existir ese amor y vocación a la belleza para hacer frente a alguien que está buscando simplemente un negocio y que no ofrezca mayores propuestas.
Desde hace 50 años que se dedica a la arquitectura, profesión en la que destaca por sus obras y también por su mirada crítica al rubro.
¿Cuál ha sido su sentimiento al recibir el premio Sergio Antelo?
Me sentí sorprendido y agradecido por el premio a la Trayectoria Profesional y ojalá que no sea por mi duración, sino por mis obras, y porque puedo seguir trabajando. Por lo tanto, este premio y más viniendo de una institución cruceña, los engrandece por su visión nacional. Sea esta oportunidad para transmitir ideas sobre nuestro quehacer como arquitectos, y me enfoco en tres puntos:
- En Santa Cruz, los planificadores y arquitectos debemos defender los bosques urbanos de la forma brutal en que están destruyendo. Los árboles deben conducir las líneas maestras de nuestros proyectos en todas sus escalas.
- La arquitectura se debe a su lugar de implantación y no puede seguir la transferencia automática de una arquitectura del frío seco en el trópico húmedo, azotando los hermosos pueblos y paisajes del oriente boliviano con polideportivos, comercios, escuelas y canchas plastificadas, construcciones que gritan hasta callar la música del paisaje tropical. Por su arquitectura se conoce la grandeza de un pueblo y el Oriente boliviano debe ser enten dido y amado como propio.
- Los Concursos de Arquitectura son importantísimos y deben ser promovidos para las convocatorias de diseño de las grandes obras públicas y privadas, hemos desperdiciado la oportunidad de utilizar millonarios presupuestos para gigantescos proyectos de la bonanza económica que han producido edificios, para decir lo menos, mediocres.
¿Cómo inicia su interés por la arquitectura?
Desde niño dibujaba planos remodelando la centenaria casona familiar en Sopocachi, siguiendo los relatos de mi madre sobre su antiguo esplendor imaginé más de lo que las cosas eran, e hice mis primeros dibujos de lo que me imaginaba. También me hizo arquitecto la necesidad de proyectar lo que era esa casa por una parte y lo que era su jardín después convertido en un patio.
A eso se sumó que me volví jugador extremo con unos excelentes ladrillos American Plastic Bricks, Entonces, no tuve la menor duda ni en primaria, ni en secundaria, de estudiar arquitectura.
¿Y qué recuerda de su etapa de formación profesional?
Me tocó una universidad que iba a bandazos, pasó de una Facultad con profesores ilustrados, algunos formados en Europa, académicos, de la talla de los arquitectos Mesa y Guisbert; Luis Perrin Pando, Ernesto Perez-Rivero, Hugo Inchausti , Hugo Almaraz, Peter Steffens y otros más, en media carrera hay un cambio radical (Se impone la tradición de la ruptura en el país) y esa Facultad es sustituida por una totalmente distinta, Universidad al servicio del pueblo, algunos cursos nos fuimos al Alto Beni, vivíamos en la Federación de Campesinos y diseñábamos y construíamos para la federación de campesinos, éramos albañiles, arquitectos y estudiantes, la suma de ambas experiencias, creo que he tenido la suerte de tener una formación amplia en la Universidad Mayor de San Andrés.
¿Cuál fue su ópera prima y por qué se caracteriza?
Lo primero que hice cuando llegué a Santa Cruz fue participar en un concurso para El Country Club Las Palmas asociado con Claudio Arduz Eguino, a pesar de que algunas personas me decían, cómo se te ocurre participar en un concurso del Country Club! No vas a ganar ese concurso!, olvídate. Tenía experiencia en las construcciones tropicales adquiridas en Caranavi y en Alto Beni. El Country era con techo de Jatata y Madera.
De niño me gustaba nadar e invitado a un viaje a Santa Cruz quise ir a la piscina de la Gulf Oil, oí que era un club tropical bellísimo pero no nos dejaron entrar, imaginé el club basado en la descripción de mi tío Carlos Dorado y cuando tocó diseñar el Country Club, transcribí lo de niño imaginado. Ganamos el concurso y esa fue mi primera obra. Mi primera casa fue para Carlos Cronenbold, una casa tropical contemporánea en 1986.
¿Qué otras obras ha realizado?
La Catedral de Riberalta implicó cambiar mi vida hacia el Beni; proyecté y construí una serie de cinco colegios, entre esos uno con mi hija Arq. Carmen Aparicio El Colegio Virgen del Carmen en Riberalta; El Edificio de COBEE hoy Banco de Crédito en Obrajes en La Paz; El Country Club Las Palmas en Santa Cruz; Master Plan del Club de Tenis Santa Cruz; El Hotel Camino Real en Santa Cruz; El Edificio Triana en Equipetrol Santa Cruz. El Colegio en la Amazonía (en Villa Busch), premiado como mejor obra de la Quinta Bienal Iberoamericana de arquitectura 2007 en Montevideo y Madrid.
El Edificio de VPU de 98 departamentos en Calle Vitruvio R15 en El Pinar Venecia de Zaragoza Espa ña, Encargo y construcción por el Ayuntamiento de Zaragoza como Premio a la Mejor Obra de la V BIAU.
¿Cuál es la importancia de que un Boliviano gane La Bienal Iberoamericana de Arquitectura?
Al incluirse en la Bienal Iberoamericana a España y Portugal (grandes ligas de la producción arquitectónica en el mundo) sirve para visibilizar nuestros trabajos a un nivel verdaderamente internacional, en la Premiación de La escuela En La Amazonía como la mejor obra, recibieron Menciones honrosas los proyectos del Estadio Municipal de Braga en Portugal 2003 de Eduardo Souto de Moura (Premio Pritzker), El Forum Cuibá MT. de Marcelo Suzuky y el Centro de Artes de Sines de Manuel e Francisco Aires Mateus.
El Jurado tenía personalidades de la Talla de Alberto Kalach de México; Enrique Bonilla di Tella del Perú; Matias Klotz de Chile y otras tres representaciones europeas. Por otra parte, esa Premiación concitó el Interés por la Arquitectura Amazónica y solicitaron La Escuela en La Amazonía como un caso de estudio de la Escuela de Graduados en Arquitectura de la Universidad de Harvard.
¿Qué particularidad tienen sus obras?
Hay particularidades comunes en mis distintas etapas, se podría decir que las escuelas y de la catedral, obras de interés y uso público y en arquitectura tropical son productoras de grandes sombras y microclimas.
Las casas tropicales que el arquitecto Villagómez llamó las “Cabañas urbanas”, tienen estructura-ventana; es decir, la estructura es parte del aventanamiento, grandes aleros y con materiales y habilidades artesanales del lugar, hay una parte de mis obras que no pude dejar de hacer por el gran poder de presión acomplejante que recibimos desde la modernidad, y en algún momento pensé que no podía dejar de ser moderno, quizás con la madurez, y las cuentas pagadas, uno puede dejar de hacerlas porque las casas de prismas sin aleros en Santa Cruz funcionan contra natura y exigen más mantenimiento. No enfrentan las particularidades climáticas en forma gratuita y van a producirse mientras las cuentas de energía sean económicas, el día en que enfriar una casa cueste más que el alquiler automáticamente se van a replantear.
PERFIL
Rolando Aparicio Otero es un arquitecto paceño formado en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz. Desarrolló una sólida carrera en el país y el extranjero, que lo ha hecho merecedor de importantes galardones. En 2007, recibió el Premio a la Mejor Obra de Arquitectura de la V Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), en España. Al año siguiente ganó el Premio Bienal de Arquitectura de Santa Cruz y en 2012 obtuvo la Medalla de Oro “Emilio Villanueva Peñaranda” del Colegio de Arquitectos de Bolivia y el Gran Premio de la XII Bienal Internacional de Arquitectura de La Paz.
